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Deforestación en Brasil: ¿Luz al final del túnel?

15/05/2025

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Una bocanada de aire fresco parece recorrer la vasta extensión verde de Brasil. El ruido incesante de las motosierras, que durante años ha sido la banda sonora de la destrucción, comienza a dar una tregua. Por segundo año consecutivo, el país sudamericano registra una caída significativa en sus tasas de deforestación. Los datos más recientes, provenientes de la red MapBiomas, son un faro de esperanza: la pérdida de vegetación nativa se redujo un 32,4% durante el último año. Esto se traduce en que se dejaron de talar más de 600.000 hectáreas en comparación con el periodo anterior, pasando de 1,8 a 1,2 millones de hectáreas perdidas. Es una victoria ambiental que merece ser analizada en profundidad, entendiendo sus causas, sus matices y los gigantescos desafíos que aún persisten.

¿Cómo está la deforestación en Brasil?
El ruido de las motosierras empieza a dar una tregua en Brasil. La deforestación cayó un 32,4% en el país el año pasado respecto a 2023. Es el segundo año consecutivo de disminución y la mayor desde que hace seis años empezaron los registros de MapBiomas, una entidad que reúne a ONGs, universidades y startups de tecnología.
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Más Allá de la Amazonia: Una Victoria en Todos los Biomas

Cuando se habla de la deforestación en Brasil, la mente vuela inmediatamente a la inmensidad de la selva amazónica. Si bien es el pulmón del planeta y su protección es crucial, esta visión a menudo eclipsa la tragedia silenciosa que ocurre en otros ecosistemas vitales del país. Los ecologistas brasileños han advertido durante años sobre la destrucción acelerada del Cerrado, la sabana tropical más biodiversa del mundo, y otros biomas como la Mata Atlántica, el Pantanal, la Caatinga y las Pampas.

La gran noticia del reciente informe es que la caída en la deforestación no es un fenómeno exclusivo de la Amazonia (donde la reducción fue del 17%). Por primera vez en mucho tiempo, la tendencia a la baja es generalizada. La destrucción cayó en todos y cada uno de los biomas del país. Esto es especialmente relevante para el Cerrado, que en años anteriores había sufrido un repunte de la deforestación, como si la presión que se aliviaba en la Amazonia se trasladara directamente a la sabana. La corrección de esta tendencia demuestra un cambio de estrategia, una visión más integral de la conservación que reconoce el valor irremplazable de cada ecosistema brasileño.

Las Claves del Éxito: ¿Qué está Haciendo Brasil Diferente?

Esta notable mejoría no es fruto de la casualidad. Responde a un cambio de rumbo drástico en las políticas medioambientales del país, impulsado por el regreso al gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva y su ministra de Medio Ambiente y Clima, la histórica activista Marina Silva. Se trata de una combinación de factores que atacan el problema desde múltiples frentes:

  • Voluntad Política y Planes de Acción: La primera medida fue rescatar del olvido el Plan de Acción para la Prevención y Control de la Deforestación en la Amazonia Legal (PPCDAm), que había sido desmantelado durante la administración anterior. Pero no se detuvieron ahí; se crearon planes similares y específicos para el resto de los biomas, dotándolos por fin de la atención estratégica que merecían.
  • Mayor Fiscalización y Control: La sensación de impunidad que reinaba en las zonas rurales ha comenzado a disiparse. La vigilancia en el terreno por parte de los agentes ambientales se ha intensificado de manera exponencial. Si en 2019 apenas un 5% del área deforestada recibía algún tipo de seguimiento (multas, embargos, etc.), el año pasado ese porcentaje se disparó al 54%. Un salto cuantitativo que envía un mensaje claro: la ley ha vuelto al campo.
  • Presión Financiera: Quizás uno de los factores más innovadores y efectivos es la implicación del sector financiero. Se ha implementado una herramienta que permite a los bancos comerciales y estatales acceder al historial ambiental de las propiedades rurales antes de conceder créditos agrícolas. Lo que empezó como una iniciativa de los bancos públicos se ha extendido a prácticamente todo el sistema financiero. Esta presión económica hace que a los terratenientes les resulte mucho más costoso y arriesgado deforestar ilegalmente, cortando una de las principales fuentes de financiación de la destrucción.
  • Cooperación a Múltiples Niveles: Sorprendentemente, la fiscalización no solo ha mejorado a nivel federal. Gobiernos estatales, muchos de ellos liderados por figuras conservadoras tradicionalmente más alineadas con el agronegocio, también han aumentado sus esfuerzos de control, reconociendo la insostenibilidad del modelo anterior.

Tabla Comparativa: Un Cambio de Paradigma Ambiental

Factor ClaveSituación (hasta 2022)Situación Actual (desde 2023)
Planes de AcciónPlan amazónico desmantelado, escasa atención a otros biomas.Reactivación del plan amazónico y creación de nuevos planes para todos los biomas.
Fiscalización en CampoMínima (5% del área deforestada era monitoreada).Intensiva (54% del área deforestada bajo algún tipo de acción fiscal).
Rol del Sector FinancieroPoco o nulo control sobre el historial ambiental para créditos.Revisión obligatoria del historial ambiental por casi todos los bancos.
Coordinación GubernamentalDébil y a menudo conflictiva entre niveles de gobierno.Mayor colaboración entre el gobierno federal y los estados.

La Cruda Realidad: Los Desafíos que Persisten

A pesar de estas noticias alentadoras, sería un grave error caer en la complacencia. La magnitud del problema sigue siendo colosal. Brasil, aun con esta reducción, continúa siendo el país que más deforesta en todo el mundo, por delante de la República Democrática del Congo e Indonesia. Las cifras acumuladas son escalofriantes: en los últimos seis años, el país ha perdido 9,8 millones de hectáreas de vegetación nativa, una superficie equivalente al territorio completo de Guatemala.

Para poner los datos actuales en perspectiva, la tasa de deforestación del último año, aunque menor, equivale a la desaparición de más de 3.400 campos de fútbol de naturaleza virgen cada día. Si nos centramos solo en la Amazonia, el ritmo de destrucción es de aproximadamente siete árboles talados por segundo. La batalla está lejos de ser ganada; apenas se ha comenzado a cambiar el rumbo de una guerra que se ha estado perdiendo durante demasiado tiempo.

Mirando al Futuro: El Objetivo 2030 y las Contradicciones

El gobierno de Lula se ha fijado una meta sumamente ambiciosa: alcanzar la deforestación cero (tanto legal como ilegal) para el año 2030. Expertos como Tasso Azevedo, coordinador de MapBiomas, consideran que este objetivo es "perfectamente posible" si se mantiene el ritmo y la seriedad de las políticas actuales. Sin embargo, la continuidad de estas políticas pende de un hilo, con las elecciones presidenciales de 2026 en el horizonte como un factor de incertidumbre.

¿Cómo afecta la deforestación a la selva amazónica?
Durante décadas, la estación seca de la selva amazónica ha sido cada vez más seca. Un nuevo estudio, publicado el martes, descubrió que alrededor del 75 por ciento de la disminución de las precipitaciones está directamente relacionada con la deforestación.

Brasil se prepara para ser el anfitrión de la próxima cumbre del clima, la COP30, que se celebrará en Belém do Pará, en el corazón de la Amazonia. Sin duda, el gobierno utilizará estas cifras de reducción de la deforestación para posicionarse como un líder ambiental y argumentar ante las naciones ricas que está cumpliendo con su parte, ya que la deforestación es su principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, existe una notable contradicción en su discurso. Mientras se libra una dura batalla contra la tala de árboles, el gobierno ha dejado claro que no piensa renunciar a la explotación de combustibles fósiles, incluyendo nuevos yacimientos de petróleo. Un doble estándar que enturbia el brillante panorama de la conservación de sus bosques.

Preguntas Frecuentes (FAQ)

¿La deforestación en Brasil ha terminado?

No, en absoluto. Ha disminuido significativamente por segundo año consecutivo, pero Brasil sigue siendo, lamentablemente, el país que más superficie de vegetación nativa pierde en el mundo.

¿Por qué está disminuyendo la deforestación ahora?

Se debe a una combinación de factores: un fuerte compromiso político del gobierno actual, la reactivación y creación de planes de protección, un aumento masivo de la fiscalización en el terreno y la presión del sector financiero, que ahora revisa el historial ambiental antes de conceder créditos.

¿Solo la Amazonia está siendo protegida?

No, y esa es una de las mejores noticias. La reducción de la deforestación se ha registrado en todos los biomas de Brasil por igual, incluyendo el muy amenazado Cerrado, que en el pasado había sido muy castigado.

¿Cuál es el objetivo de Brasil a largo plazo?

El gobierno se ha fijado la ambiciosa meta de alcanzar la deforestación cero para el año 2030, un objetivo que los expertos ven factible si se mantienen las políticas actuales.

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