12/09/2025
En el corazón del Sahel, en la vasta y árida tierra de Malí, la vida de millones de personas depende de los caprichos del cielo y de las tradiciones ancestrales que rigen la tierra. Para mujeres como Hawa, de la aldea de Fatola, la agricultura no es solo un medio de vida, es un legado heredado de sus padres. Sin embargo, este legado se enfrenta hoy a una amenaza sin precedentes. La escasez de lluvias, un síntoma cada vez más agudo del cambio climático, está marchitando los cultivos y poniendo en jaque la supervivencia de su familia y su comunidad. La historia de Hawa, y la de Kadiatou en Diongaga, no son anécdotas aisladas; son el reflejo de una crisis multifacética que entrelaza el cambio climático, la gestión de recursos hídricos y una profunda desigualdad de género que se aferra a la posesión de la tierra.

El Clima como Primer Adversario: La Lucha contra la Sequía
Malí ha sido testigo en las últimas tres décadas de una transformación climática devastadora. La desertización avanza como una marea silenciosa desde el norte, devorando tierras cultivables y empujando a las comunidades rurales hacia una vulnerabilidad extrema. Las lluvias, que antes marcaban el ritmo de la vida y garantizaban las cosechas, se han vuelto irregulares y escasas. Para Hawa y su familia, que dependen de la agricultura de secano, cada año es una apuesta incierta. Esta dependencia directa de las precipitaciones convierte la seguridad alimentaria en un objetivo cada vez más lejano, disparando las alarmas de la hambruna y la desnutrición infantil en regiones como Kayes.
El verdadero drama reside en la paradoja: Malí es un país rico en recursos hídricos. Las cuencas de los ríos Níger, Senegal y Volta, junto con vastos acuíferos subterráneos, constituyen un potencial inmenso y, en gran medida, desaprovechado. La escasa utilización de estas aguas superficiales y subterráneas para la agricultura condena a las agricultoras a un ciclo de pobreza, impidiéndoles aumentar sus ingresos y mejorar su calidad de vida. La transición hacia una agricultura de regadío no es solo una opción, es una necesidad imperiosa para construir un futuro resiliente.
La Tierra no Tiene Nombre de Mujer: La Barrera Invisible de la Propiedad
Si el clima es un adversario visible, existe otro, más sutil pero igualmente implacable, que frena el progreso de las mujeres agricultoras: el acceso y la propiedad de la tierra. La historia de Kadiatou lo ilustra a la perfección. Durante más de una década, ha labrado la misma tierra que cultivó su familia antes que ella. Sin embargo, legalmente, esa tierra no le pertenece. En Malí, el Estado es el propietario nominal de la tierra, pero en la práctica, la gestión recae en instituciones tradicionales regidas por un sistema profundamente patriarcal.
Este sistema consuetudinario excluye sistemáticamente a las mujeres de la titularidad de la tierra. Kadiatou, por el simple hecho de ser mujer, nunca podrá ser dueña del terreno que trabaja con sus propias manos. Esta falta de seguridad en la tenencia de la tierra tiene consecuencias devastadoras. ¿Cómo puede una agricultora invertir en mejorar el suelo, en instalar un sistema de riego o en plantar árboles frutales si no tiene la certeza de que podrá cosechar los frutos de su esfuerzo al año siguiente? La ausencia de un marco legal claro que proteja los derechos de las mujeres a la propiedad no solo perpetúa la desigualdad de género, sino que también actúa como un potente freno al desarrollo agrícola y económico de toda la región. Es un obstáculo directo para la inversión, la innovación y la sostenibilidad.
Tabla Comparativa: Modelos Agrícolas en Malí
Para comprender mejor el impacto de estas barreras, es útil comparar el modelo actual con el potencial de un sistema mejorado y sostenible.
| Característica | Agricultura Tradicional de Secano | Agricultura de Regadío Sostenible |
|---|---|---|
| Dependencia del Clima | Totalmente dependiente de las lluvias irregulares. Alta vulnerabilidad. | Menor dependencia gracias al uso controlado de recursos hídricos. Mayor resiliencia. |
| Productividad | Baja e incierta. Producción de subsistencia. | Alta y estable. Posibilidad de diversificar cultivos y generar excedentes. |
| Seguridad Alimentaria | Precaria. Alto riesgo de hambruna y desnutrición. | Garantizada. Contribuye a la soberanía alimentaria local y nacional. |
| Empoderamiento Femenino | Limitado. Las mujeres trabajan la tierra sin control sobre ella ni sobre los ingresos. | Potenciado. El control del agua y la tierra aumenta su autonomía económica y social. |
| Inversión a Largo Plazo | Inexistente debido a la inseguridad en la tenencia de la tierra. | Estimulada por la seguridad de la propiedad, permitiendo mejoras sostenibles. |
Hacia un Futuro Sostenible: Un Enfoque Integral
Superar estos desafíos requiere más que soluciones aisladas; necesita una visión holística que aborde las raíces del problema. El camino hacia un futuro próspero para las agricultoras de Malí se basa en varios pilares interconectados:
- Control del Agua y Desarrollo Hidroagrícola: Es fundamental invertir en infraestructuras de riego a pequeña y mediana escala, como pozos, bombas solares y sistemas de goteo, que sean accesibles y gestionables por las comunidades locales, con especial participación de las mujeres.
- Innovación Agrícola: Se debe promover el desarrollo y la distribución de nuevas variedades de semillas que sean más resistentes a la sequía y a las altas temperaturas, adaptadas a las condiciones del cambio climático.
- Gestión de Riesgos: Implementar mecanismos como los microseguros agrícolas puede proteger a las productoras de pérdidas catastróficas por sequías o plagas, asegurando sus ingresos y fomentando la inversión.
- Reforma de la Tenencia de la Tierra: Este es quizás el pilar más crucial. Es imperativo diseñar e implementar políticas y leyes que garanticen el derecho de las mujeres a poseer, heredar y gestionar la tierra en igualdad de condiciones que los hombres. Esto no solo es un acto de justicia, sino una estrategia económica inteligente.
El diseño de políticas agrícolas modernas, con un enfoque basado en los derechos humanos, es la llave para desatar el inmenso potencial de las mujeres agricultoras. Al empoderar a Hawa y Kadiatou, no solo se alivia la pobreza de sus familias, sino que se construye una sociedad más justa, próspera y resiliente, capaz de prevenir los movimientos migratorios forzados y de atenuar los conflictos sociales que nacen de la escasez y la desesperanza.
Preguntas Frecuentes sobre la Agricultura y las Mujeres en Malí
¿Por qué es tan importante la agricultura de regadío en Malí?
La agricultura de regadío es vital porque libera a los agricultores de la dependencia de las lluvias, que son cada vez más impredecibles debido al cambio climático. Permite garantizar las cosechas, aumentar la producción hasta tres o cuatro veces al año, diversificar los cultivos y, en consecuencia, mejorar drásticamente la seguridad alimentaria y los ingresos de las familias, construyendo una mayor resiliencia frente a las crisis climáticas.
¿Cuál es el principal obstáculo legal para las mujeres agricultoras?
El principal obstáculo es la falta de seguridad en la tenencia de la tierra. Aunque a menudo son ellas quienes trabajan la tierra, las leyes consuetudinarias y la falta de un marco legal formal que proteja sus derechos les impiden poseerla. Esta inseguridad desincentiva cualquier inversión a largo plazo y las mantiene en un estado de vulnerabilidad económica y social.
¿Qué se necesita para revertir esta situación?
Se necesita una acción coordinada en múltiples frentes. Primero, una reforma legislativa que garantice explícitamente los derechos de propiedad de las mujeres. Segundo, inversiones en tecnología e infraestructura para una gestión eficiente del agua. Tercero, programas de capacitación y acceso a financiación para que las mujeres puedan adoptar nuevas técnicas agrícolas. Y cuarto, un cambio cultural que reconozca y valore el papel central de la mujer en la agricultura y en la toma de decisiones comunitarias.
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