12/01/2025
La pandemia de COVID-19 puso en jaque a los sistemas de salud de todo el mundo, generando una crisis sin precedentes en la cadena de suministro de Equipos de Protección Personal (EPP). Elementos que siempre fueron indispensables, como los respiradores N95 y los barbijos quirúrgicos, de pronto se volvieron un recurso escaso y preciado. Esta situación obligó a profesionales, instituciones y organismos reguladores a plantear una pregunta crítica: ¿cómo gestionar la escasez sin poner en riesgo al personal de primera línea? El debate se centró en dos estrategias principales: el uso extendido/reutilización y la descontaminación. Basándonos en el detallado análisis de la Dra. Rosana Bronberg, exploraremos a fondo las características, usos correctos, limitaciones y los peligros de improvisar con la seguridad de quienes nos cuidan.

El Dilema de los EPP: ¿Uso Único o Reutilización Forzada?
La mayoría de los EPP críticos, como los respiradores N95, son diseñados y certificados como productos de un solo uso. Esto significa que, en condiciones normales, deben ser descartados tras un único encuentro con un paciente o al final de un procedimiento. Sin embargo, la emergencia sanitaria global obligó a reevaluar esta norma. Organismos como los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de Estados Unidos y el Ministerio de Salud de Argentina emitieron recomendaciones de contingencia para permitir el uso extendido (utilizar el mismo respirador para atender a varios pacientes sin quitarlo) y la reutilización limitada (quitarse, guardar y volver a usar el mismo respirador en diferentes momentos).
Esta práctica, aunque excepcional, se fundamenta en una gestión de riesgos controlada. La clave es minimizar la manipulación y la contaminación cruzada. Para ello, se establecieron protocolos estrictos que incluyen la higiene de manos antes y después de tocar el EPP, y métodos de almacenamiento específicos, como guardar los respiradores en bolsas de papel transpirables, debidamente identificadas con el nombre del usuario y la fecha de inicio de uso, para evitar la proliferación de humedad y patógenos.
El Protagonista: El Respirador N95 bajo la Lupa
El respirador N95 se convirtió en el símbolo de la protección respiratoria durante la pandemia. Su capacidad para filtrar al menos el 95% de las partículas en el aire lo hace esencial en procedimientos que generan aerosoles. Ante la escasez, las directrices oficiales buscaron prolongar su vida útil de manera segura.
Recomendaciones Clave para el Uso Extendido y Reutilización:
- Uso individual: El respirador no debe ser compartido bajo ninguna circunstancia.
- Límites de tiempo: En Argentina, se recomendó un uso de hasta 15 días en jornadas laborales de menos de 7 horas, o 7 días en jornadas más largas. El criterio principal es que el respirador mantenga su integridad estructural y su capacidad de ajuste.
- Almacenamiento: Guardar en una bolsa de papel limpia e identificada. Nunca en bolsas plásticas selladas. No debe llevarse al domicilio.
- Higiene: Lavarse las manos con agua y jabón o usar desinfectante a base de alcohol antes y después de manipular el respirador, tocándolo siempre por las tiras elásticas.
¿Cuándo Descartar un Respirador N95 Reutilizado?
Incluso bajo protocolos de reutilización, el respirador tiene una vida útil limitada. Es imperativo descartarlo inmediatamente si:
- Está visiblemente sucio, manchado con sangre, secreciones respiratorias u otros fluidos corporales.
- Se ha dañado, deformado o las tiras elásticas han perdido su tensión, comprometiendo el sellado facial.
- La respiración a través de él se vuelve dificultosa, lo que indica una posible obstrucción del filtro.
- Fue utilizado durante un procedimiento de alta generación de aerosoles.
- Se tuvo contacto cercano con un paciente coinfectado con otra enfermedad que requiera precauciones de contacto.
La Descontaminación de N95: Un Camino Lleno de Obstáculos
Si se puede reutilizar, ¿por qué no descontaminarlo para volver a empezar? Aquí es donde la ciencia se vuelve más compleja y los riesgos aumentan exponencialmente. La Dra. Bronberg es enfática en un principio básico de la esterilización: "Todo lo que no se puede limpiar, no se puede desinfectar o esterilizar". Un respirador N95, después de un uso extendido de varios días, acumula humedad, restos orgánicos, suciedad y mal olor. Es una superficie irrecuperable y no apta para un proceso de esterilización.
Los protocolos de descontaminación que se estudiaron durante la pandemia estaban pensados para aplicarse después de un único uso, no tras un uso prolongado. Aun así, cada método presenta serios inconvenientes que comprometen la seguridad y la eficacia del respirador. A continuación, analizamos los métodos más discutidos.
Tabla Comparativa de Métodos de Descontaminación para N95
| Método | Descripción | Riesgos y Limitaciones | Veredicto |
|---|---|---|---|
| Vapor de Peróxido de Hidrógeno (VHP) | Utiliza vapor de H2O2 a baja temperatura para inactivar patógenos. | Número de ciclos limitado (10-20) antes de que las correas pierdan elasticidad. La presencia de materia orgánica (maquillaje, sangre) puede generar residuos tóxicos. Requiere equipos e instalaciones especializadas. | Potencialmente viable bajo condiciones industriales muy controladas, pero no para centrales de esterilización hospitalarias. Costoso y complejo. |
| Luz Ultravioleta Germicida (UV-C) | Usa luz UV-C (aprox. 260 nm) para dañar el material genético de los microorganismos. | Las sombras y pliegues del respirador impiden una descontaminación completa. Menos efectiva en las correas. Requiere dar vuelta el respirador, arriesgando recontaminación. La dosis necesaria es alta y puede degradar los materiales. Peligrosa para los operarios. | No recomendado. La fiabilidad es muy baja debido al problema de las sombras y la degradación del material. |
| Óxido de Etileno (ETO) | Gas esterilizante de uso común en productos médicos. | Deja residuos tóxicos y cancerígenos en el material poroso del respirador, que serían inhalados por el usuario. Requiere largos periodos de aireación que no se pueden garantizar. | Totalmente desaconsejado por riesgo de toxicidad. |
| Calor Seco (Estufa) | Aplicar calor a 70°C durante 30 minutos. | Se demostró que el SARS-CoV-2 requiere temperaturas más altas para inactivarse. El calor puede deformar el respirador y dañar el filtro, afectando el ajuste y la eficacia. | Ineficaz y peligroso. Daña el equipo. |
| Métodos Húmedos (Vapor, Alcohol, Lavado) | Uso de vapor de autoclave, rociar con alcohol al 70% o lavar con agua y jabón. | El alcohol y el jabón destruyen la carga electrostática de las fibras del filtro, que es crucial para capturar partículas. El vapor deforma completamente el respirador. | Absolutamente contraindicado. Destruyen la capacidad de filtración del respirador. |
La conclusión es clara: la descontaminación de respiradores N95 es un procedimiento de altísimo riesgo, costoso y sin evidencia científica sólida que garantice tanto la eliminación del patógeno como la integridad funcional y la seguridad del usuario. El uso extendido, siguiendo protocolos estrictos, resulta ser una estrategia mucho más segura y viable en situaciones de crisis.
Más Allá del N95: Un Vistazo a Otros Equipos de Protección
La gestión de EPP no se limita a los respiradores. Otros elementos son igualmente vitales.
- Barbijos Quirúrgicos: Están hechos de 3 o 4 capas de tela no tejida (polipropileno) y son descartables. Su función es actuar como barrera contra salpicaduras y partículas grandes. No deben lavarse ni reutilizarse, ya que el lavado daña su estructura y capacidad de filtrado. Deben estar termosellados, no cosidos, para evitar orificios.
- Protectores Faciales: A diferencia de los barbijos, estos sí están diseñados para ser reutilizados. Deben lavarse con detergente enzimático y luego desinfectarse con alcohol al 70% o productos específicos que limpian y desinfectan simultáneamente.
- Camisolines y Mamelucos: Existen versiones descartables (de telas no tejidas) y reutilizables (de mezclas de algodón-poliéster o microfibra que soportan la esterilización por vapor). Su función es ser una barrera hemorrepelente. La elección depende del nivel de riesgo y los recursos de la institución.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
P: ¿Puedo lavar mi barbijo N95 o quirúrgico en casa con agua y jabón?
R: No, nunca. El lavado, incluso a mano, daña la estructura de las fibras y elimina la carga electrostática esencial para la filtración. Un barbijo lavado pierde su capacidad de protección y da una falsa sensación de seguridad.
P: ¿Es realmente seguro reutilizar un respirador N95?
R: Sí, pero solo bajo las estrictas pautas de uso extendido y reutilización limitada emitidas por organismos de salud en un contexto de crisis. Esto implica un uso individual, almacenamiento adecuado y descarte ante el menor signo de daño o contaminación.
P: ¿Cuál es la principal diferencia entre un N95 y un barbijo quirúrgico?
R: Un N95 está diseñado para lograr un sello hermético en la cara y filtrar partículas muy pequeñas en el aire, incluyendo aerosoles. Un barbijo quirúrgico es más holgado y protege principalmente contra salpicaduras y gotas grandes, además de evitar que quien lo usa propague sus propias secreciones.
P: Si no hay N95, ¿qué alternativas existen?
R: Existen otros respiradores con certificaciones equivalentes de diferentes partes del mundo (FFP2 en Europa, KN95 en China, PFF2 en Brasil). Además, hay opciones superiores como los respiradores elastoméricos reutilizables (de media cara o cara completa) o los respiradores purificadores de aire motorizados (PAPR), que ofrecen un mayor nivel de protección.
En conclusión, la crisis de EPP nos enseñó una lección fundamental: no se puede improvisar con la seguridad. Las soluciones deben basarse en evidencia científica rigurosa. Mientras que el uso extendido y la reutilización limitada de ciertos EPP, como los N95, demostraron ser una estrategia de contingencia viable, los intentos de descontaminación casera o institucional sin la tecnología y validación adecuadas representan un riesgo inaceptable. La verdadera solución a largo plazo no radica en intentar revivir productos descartables, sino en fortalecer las cadenas de suministro, fomentar la producción local y capacitar continuamente al personal de salud en el uso correcto y racional de cada equipo. Proteger a quienes nos protegen es el pilar fundamental de cualquier sistema de salud resiliente.
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