13/07/2025
La agricultura es la base de nuestra civilización, la actividad que nos permite alimentar a una población mundial en constante crecimiento. Sin embargo, esta práctica esencial se encuentra en una encrucijada crítica. El modelo de desarrollo agrícola predominante, basado en la extracción intensiva de recursos, nos ha llevado al borde de una crisis socioambiental. En este contexto, surgen propuestas de mega-ingeniería, como las carreteras hídricas, que se presentan como la solución definitiva a la escasez de agua, pero que en realidad perpetúan un paradigma insostenible. ¿Es posible un desarrollo agrícola que no comprometa el futuro de nuestros ecosistemas? La respuesta yace en un cambio de visión, uno que mire más allá del cemento y se reencuentre con los ciclos de la naturaleza.

Las Carreteras Hídricas: Una Solución Ilusoria
En los últimos años, ha ganado fuerza la idea de construir gigantescas "carreteras hídricas" o realizar megatrasvases de agua entre cuencas. Un ejemplo claro es el proyecto promovido por la corporación "Reguemos Chile", que propone extraer agua del río Biobío para llevarla a las cuencas más secas del norte del país. A primera vista, la lógica parece impecable: llevar agua de donde "sobra" a donde falta. Sin embargo, un análisis más profundo, respaldado por una comunidad científica cada vez más vocal, revela que esta es una visión retrógrada y peligrosamente simplista.
El primer error conceptual es la idea del "agua sobrante" que "se pierde en el mar". Los caudales de los ríos no son excedentes; son vitales para el funcionamiento de los ecosistemas fluviales y costeros. Estas aguas transportan nutrientes que sostienen la vida acuática y la pesca, mantienen el equilibrio salino de los estuarios y son cruciales para la recarga de acuíferos. Extraer masivamente estos caudales es amputar una arteria vital del ecosistema, con consecuencias impredecibles y a menudo devastadoras. Además, estos trasvases pueden transportar contaminantes de una cuenca a otra, diseminando problemas ambientales en lugar de solucionarlos.
Estos megaproyectos son, en esencia, insostenibles ecológica y socialmente. Crean una falsa sensación de abundancia que desincentiva la verdadera solución: la eficiencia en el uso del agua. En lugar de aprender a gestionar un recurso cada vez más escaso, se apuesta por una obra faraónica que fragmenta paisajes, destruye unidades biogeográficas y, lo que es más grave, genera nuevas desigualdades. El agua trasvasada se convierte en una mercancía cara, accesible solo para quienes pueden pagarla, profundizando la brecha entre la agroindustria a gran escala y los pequeños agricultores, las comunidades rurales y los pueblos indígenas, quienes rara vez se benefician de estas infraestructuras.
El Verdadero Costo del Agua: Un Problema de Gestión, no de Cantidad
La discusión sobre la escasez hídrica está a menudo secuestrada por intereses económicos que la reducen a un simple problema de oferta y demanda. La realidad es mucho más compleja. El problema no es solo la falta de agua, sino su pésima administración y una distribución profundamente inequitativa. En países como Chile, la agricultura a gran escala consume cerca del 75% del recurso hídrico disponible. Este modelo se ha enfocado en producir más, no en ahorrar agua, agotando acuíferos y secando valles que ahora claman por soluciones externas.
Esta situación se enmarca en un modelo de gestión del agua que ha privatizado sus derechos, convirtiendo un bien común y un derecho humano en un activo de mercado. La naturaleza, el usuario más importante y silencioso, queda completamente fuera de la ecuación. Se ignora que los ecosistemas saludables son los que, a través de sus procesos biogeoquímicos, purifican y regulan el ciclo del agua, devolviéndonos más recursos y de mejor calidad.

El contexto del cambio climático agrava aún más este panorama. La megasequía que afecta a vastas regiones del planeta no es una anomalía pasajera, sino la nueva normalidad. Los caudales de los ríos disminuyen, las precipitaciones son más irregulares y la incertidumbre es la única constante. Apostar por proyectos multimillonarios basados en caudales históricos que ya no existen es una irresponsabilidad que compromete la seguridad hídrica de futuras generaciones.
La Expansión Agrícola y sus Consecuencias Ocultas
El debate sobre las carreteras hídricas es solo un síntoma de un modelo de desarrollo agrícola extractivista que tiene múltiples impactos negativos. La presión por expandir la frontera agrícola a menudo se traduce en la deforestación masiva de bosques primarios, como se ha visto en diversas partes de la Amazonía. Estas acciones, a menudo realizadas sin los permisos ambientales correspondientes, no solo destruyen una biodiversidad invaluable, sino que también eliminan ecosistemas que son cruciales para la regulación climática y el ciclo del agua a nivel regional y global.
Este modelo también es un catalizador de conflictos socioambientales. La lucha por la tierra y el agua enfrenta a grandes corporaciones con comunidades locales y pueblos indígenas, cuyos derechos y cosmovisión son frecuentemente ignorados. Trágicamente, esta tensión a menudo escala a la violencia, y los defensores ambientales, quienes protegen nuestros recursos naturales para el bien de todos, pagan con sus vidas.
Tabla Comparativa: Dos Modelos de Agricultura
| Característica | Modelo Agroindustrial Convencional | Enfoque Agroecológico |
|---|---|---|
| Uso del Agua | Intensivo e ineficiente. Dependiente de grandes infraestructuras como trasvases y represas. | Eficiente y conservacionista. Prioriza técnicas de ahorro, captación de lluvia y salud del suelo para retener humedad. |
| Fertilidad del Suelo | Dependiente de fertilizantes sintéticos. Causa degradación y erosión a largo plazo. | Se basa en la materia orgánica, compostaje, rotación de cultivos y cubiertas vegetales para construir un suelo vivo y fértil. |
| Biodiversidad | Tiende al monocultivo, reduciendo drásticamente la biodiversidad y aumentando la vulnerabilidad a plagas. | Fomenta la policultura y la integración de hábitats naturales, aumentando la resiliencia y el control biológico de plagas. |
| Dependencia de Insumos | Alta dependencia de combustibles fósiles, pesticidas y fertilizantes externos. | Busca la autonomía, reciclando nutrientes y energía dentro de la propia finca. Baja dependencia de insumos externos. |
| Resiliencia Climática | Baja. Los monocultivos son muy vulnerables a sequías, inundaciones y eventos extremos. | Alta. La diversidad de cultivos y un suelo sano aumentan la capacidad del sistema para adaptarse a la variabilidad climática. |
| Impacto Social | Concentración de la tierra y el capital. Puede generar desplazamiento de comunidades y conflictos. | Valora el conocimiento local y campesino. Fomenta la soberanía alimentaria y fortalece las economías locales. |
Agroecología: Sembrando un Futuro Sustentable
Frente al colapso del modelo convencional, emerge con fuerza la agroecología como un paradigma científico y un conjunto de prácticas que ofrecen un camino viable hacia la sustentabilidad. La agroecología no es simplemente un regreso a técnicas ancestrales, sino una disciplina que combina el conocimiento ecológico, la sabiduría tradicional campesina y la ciencia moderna para diseñar agroecosistemas resilientes, productivos y justos.
El objetivo de la agroecología es trabajar con la naturaleza, no contra ella. En lugar de depender de costosos y dañinos insumos externos, se enfoca en optimizar los procesos ecológicos del propio sistema. Esto se traduce en prácticas concretas como:
- Manejo del suelo: Utilización de cubiertas vegetales, abonos verdes y compost para aumentar la materia orgánica, mejorar la estructura del suelo, prevenir la erosión y, fundamentalmente, incrementar su capacidad de retención de agua. Un suelo sano es la mejor reserva de agua.
- Aumento de la biodiversidad: Integrar diferentes cultivos (policultivos), árboles (sistemas agroforestales) y animales, creando ecosistemas complejos que se autorregulan, controlan plagas de forma natural y son más productivos en su conjunto.
- Cierre de ciclos: Reciclar los nutrientes y la materia orgánica dentro de la finca, reduciendo la necesidad de fertilizantes externos y minimizando la contaminación.
- Eficiencia energética: Reducir la dependencia de los combustibles fósiles mediante prácticas que requieran menos maquinaria pesada y promuevan la energía local.
La verdadera innovación tecnológica hídrica no reside en mover enormes masas de agua a través de cientos de kilómetros, sino en desarrollar y masificar tecnologías de riego de precisión, en reutilizar aguas tratadas y, sobre todo, en implementar un diseño agrícola que necesite intrínsecamente menos agua.

Preguntas Frecuentes (FAQ)
¿Es posible alimentar a la población mundial sin la agricultura industrial?
Sí. Numerosos estudios demuestran que los sistemas agroecológicos diversificados pueden ser igual o más productivos que los monocultivos industriales, especialmente en el largo plazo y en condiciones climáticas adversas. Además, una parte crucial de la seguridad alimentaria pasa por reducir el gigantesco desperdicio de alimentos que se produce en el sistema actual.
¿Qué son las "soluciones basadas en la naturaleza"?
Son acciones que se inspiran y utilizan los procesos de los ecosistemas para abordar desafíos sociales como la seguridad hídrica o el cambio climático. Por ejemplo, restaurar humedales para purificar el agua y mitigar inundaciones es una solución basada en la naturaleza, en contraste con construir una planta de tratamiento o un dique de hormigón.
¿Las carreteras hídricas no son una forma de progreso?
Representan un tipo de progreso basado en la dominación de la naturaleza, una visión que ha demostrado ser insostenible. El verdadero progreso hoy en día consiste en desarrollar soluciones inteligentes, eficientes y en armonía con los sistemas vivos del planeta. La innovación debe centrarse en la resiliencia y la sostenibilidad, no en la mega-ingeniería a cualquier costo.
¿Qué puedo hacer para apoyar un modelo agrícola más sustentable?
Como consumidor, tienes un gran poder. Puedes optar por productos locales, de temporada y, si es posible, de origen agroecológico. Reducir el consumo de productos ultraprocesados y de carne, así como minimizar el desperdicio de alimentos en casa, son acciones directas que apoyan un sistema agroalimentario más justo y sostenible.
En conclusión, el camino hacia un desarrollo agrícola sustentable no se pavimenta con cemento ni se construye con tuberías que atraviesan desiertos. Se cultiva con conocimiento, respeto por los ciclos naturales y un compromiso ético con la equidad. La disyuntiva entre producir alimentos y proteger el medio ambiente es falsa. La agroecología nos muestra que es posible, y necesario, hacer ambas cosas. Debemos abandonar las soluciones ilusorias del pasado y empezar a invertir en un futuro donde la agricultura nutra tanto a las personas como al planeta.
Si quieres conocer otros artículos parecidos a Agricultura: Entre el Cemento y la Sustentabilidad puedes visitar la categoría Sustentabilidad.
